miércoles, 24 de marzo de 2010

La prostituta

Era una noche estática, sin brisa, ruidosa y vacía. La ciudad ocultaba las sombras de los pasantes con su electricidad anaranjada siempre tan glotona, tan violenta, tan llena de astío e historias pasajeras.
Si pudieras amar, no estarías aquí le respondió ella con su tono más coqueto. Él estaba incómodo, la habitación era demasiado pulcra para ser un lugar donde había sexo tantas horas al día. Yo te daré el amor que necesitas bebé. Él no hacía nada, no debía hacer nada, el dinero ya estaba sobre la mesa. ¿Puedes decirme amor? dijo entre dientes. Puedo decirte como quieras, dijo ella.
Comenzó abriéndole la camisa, besando su cuello con la dulzura de quien trabaja separando piezas defectuosas en una linea de montaje. Él trató de acariciar su cabello, de sentir el calor de su rostro, pero parecía no haber nada. O ella había aprendido a ocultarlo o lo había perdido en un orgasmo cualquiera. Se agachó para desatar su cinturón pero él retrocedió, se puso de rodillas y la miró a los ojos con demasiada transparencia. Toma tu dinero bebé, no soy a quien buscas, respondió seca, reticente, sobreactuada. Él trato de acariciarla de nuevo, pero ahora su piel parecía mas fría. No creas que puedes amarme bebé, no creas que nos parecemos, ni que yo podré darte lo que has perdido.
Abajo, entre luces mal pintadas y olor a humedad, un chulo de cuarta convencía a otro pasante. ¡La mejor de mis putas, te va a hacer sentir como ninguna mujer te hizo sentir!, le decía con su sonrisa de dientes montados y drogas baratas. El chico sonreía nervioso, tan curioso por ver a esa mujer que ni siquiera reparó en el otro que salía iracundo del edificio.
Tú no vienes por mi cuerpo bebe, vienes por mi alma. Pero esa no se la vendo al primer niño agonizante que pague para no sentirse solo, piensa ella mientras lo ve alejarse desde la ventana.
La noche se traga a los que se ocultan de la luz. Los digiere en sus entrañas despojándolos de sus sueños y pasiones, y los caga al amanecer para que se enfrenten resacosos al reflejo de sus miedos y frustraciones. Para que duerman de día y no conoscan lo que significa caminar bajo la arboleda cuando el sol se pasea entre las ramas.

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