lunes, 29 de marzo de 2010

Los Hombres...

En cierta ocasión alguien me dijo que yo era de la clase de personas que estaban destinados a dudar, a no creer en nada, y precisamente por eso vivía buscando nuevas filosofías en las que creer. Creo que tenía razón, por eso pase años leyendo a cuanto loco se las diera de chaman. Comprándome sus historias siempre sustentadas sobre un terrible vacío que querían tapar hablando de fe.

Y al único al que le creí fue a ese neurobiólogo francés que me habló de ciencia y espíritu y no se contradijo nunca. Porque a pesar de ser tan asquerosamente racional, creo en el alma, de las personas, de las cosas, del universo. Ojala Christopher McKinstry hubiera logrado su acometido antes de suicidarse. Si hubiera creado inteligencia artificial, una máquina capaz de pensar, de decidir, de imaginar, quizás hubiéramos aprendido a ver la vida en otros términos. Poder alejar un poco la vista de nuestro pequeño planeta y empezar a escuchar la hermosa melodía en la que danza la materia y su energía.

En cambio veo a las personas atrapadas en sus diminutos mundos personales, viviendo limitados por sus miedos, por sus emociones. Temerosos de la debilidad de su carne, convencidos de que sus acciones no tendrán repercusión alguna, pues son insignificantes y carecen de importancia en el equilibrio del universo. Las personas viviendo su vida encerradas en el tiempo, sin entender su naturaleza flexible. Como si solo se limitara a una linea recta entre nacer y morir, y no hubiera nada antes y después, ni entre medio. Desde que nacen todo es una larga carrera por anularse, adolescencia que olvida su niñez, adultez que olvida su adolescencia y así. Calles llenas de viejos de ojos grises, repletos de olvido.

Así que desesperados compran, trabajan por menos de lo que valen, pisotean, consumen, olvidan, hacen guerras, se drogan, se juntan y tienen sexo, se separan y no se importan, construyen, se medican, entierran a sus muertos llorando, reciben a sus vivos llorando. Y se creen con el poder de hacer juicios basados en su percepción limitada. Sobre lo que podría o no podría ser, lo que vale y no vale. Y no se conocen ni a si mismos.


Después de decenas de miles de años, seguimos teniendo miedo a morir de hambre. Como si ayer no hubiéramos aprendido nada, como si hoy no nos quedara mas remedio que consumir la tierra hasta sus cenizas, como si mañana no fuesen a haber otros hombres para poblar la tierra.

viernes, 26 de marzo de 2010

...

Fantasmal como el recuerdo, se asoma por el borde euforico de mi conciencia. Chorrea como una arteria reventada, salpicando ácido sobre los juicios del pensamiento. Enturbiándolo todo. Convirtiendo la luz en un fuego abrazador que consume verdades y mentiras por igual. Dejando a la realidad mostrar su rostro impasible, eterno, cegador. Las dualidades se entremezclan vertiginosas, convirtiendose así en mares donde los barcos son azotados por terribles tormentas pero jamás se unden.
Ese es el vórtice de la materia. Donde todo esto se reduce a un impulso eléctrico que alimenta las profundidades donde duermen dioses arquetípicos y más allá... más allá donde respira el universo con su vibración silenciosa. La música esencial que da lugar al todo. Esa que solo podemos oír cuando la lucidez alcanza los extremos de la locura.

Tendrá que disculparme...

Usted me va a disculpar
señorita,
pero es que no nos estamos entendiendo.
Ni estoy yo,
enamorado de usted,
ni lo esta usted
de mi.

Usted me va a disculpar
señorita,
pero a su pesar y el mio
me ha malinterpretado terriblemente
Ni su sonrisa ligera,
ni mi mirada constante,
son prueba alguna de atracción.

Usted me va a disculpar
señorita,
pero nuestra larga charla
no quiere en absoluto decir
que usted me entienda
ni que yo sea diferente del resto
de los borrachos.

Usted me va a disculpar
señorita,
mas los besos propinados
no son sino el resultado de incómodas coincidencias
y no presentan, a mi parecer,
atisbo de sentimiento alguno.

Usted, me tendrá que disculpar
señorita,
pero aunque hayamos compartido
con entusiasmo, aquella cama
cupido no se presentó,
ni de voyerista.

Usted... ha de disculparme
señorita,
puessoyelhijodeputamásgrandesobrelafazdelatierra
pero mi cortesía,
le ha confundido.

jueves, 25 de marzo de 2010

La Musa...

Haciendo un respaldo de mis programas encontré esto perdido por ahí... no estoy seguro de haberlo publicado en otro blog. Recuerdo el día en que escribí esta historia. Cumpleaños de alguien que ni conocía en un boliche de Baires. Cuando entre al bar había tomado whisky, fernet, vodka y vino. Cuando salí había tomado el doble.

Pensaba escribir una serie de historias en torno al Clepsidra, una palabra que me regalo un fantasma hace ya bastante. Hermosa palabra en realidad, un reloj que no es un reloj. Que jamás da la misma hora al día siguiente. Solo avanza, solo se gasta. Entonces nació este pequeño universo del Clepsidra, un bar donde todos los clientes son parte de mi mente. Mis miedos, mis pasiones, mi pasado y mi futuro. Pero en ese bar, de vez en cuando entra alguien foráneo y desata conflictos entre los clientes habituales.

Quizás escriba más historias de bar.

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Entra tarde al Clepsidra, como siempre. Se sienta en la barra y pide un whisky on the rocks. El barman distraído habla con el Pasado mientras sirve cerveza de barril con demasiada espuma. Esta noche el lugar esta repleto de sombras que se mueven bajo las luces flotantes del viejo bar. Habla con una mientras espera su trago. El a qué te dedicas, el por qué estas aquí. Las preguntas de rutina que no conducen a ninguna parte. Sonríe y habla mientras Ego lo observa atento desde una de las mesas. En eso, entre los pasantes aparece ella. La mujer más bonita que alguna vez hubiese visto. Clava en ella la vista sin poder controlarse. Esta seguro de haberla visto en alguna parte. Esta seguro de que ya escribió sobre ella. Pero esa sensación no es nueva, así que sigue tomando y la ve perderse entre las sombras. Se conforma pensando que no volverá a verla, así que sigue hablando, del a qué te dedicas, del por qué estas aquí. Compra unos tragos más y, aunque ya esta ebrio, siente esa extraña sensación de lucidez. Y ella vuelve a aparecer, distraída, ajena. Y él sabe que esto es un juego perdido, demasiada música, demasiado alcohol. Pero la ve y se pregunta si podría dibujarla, si podría escribir algún cuento que hable de esperanzas y alegrías. La mira y quiere plasmar esa magia en una foto. Entonces cruza por su mente esa idea absurda de pedirle un poco de inspiración. Porque ya no quiere robarla, no quiere tomarla prestada. Quiere que lo miren a los ojos y se la den. Que le regalen un trazo, una palabra, como ese fantasma que le regalo el Clepsidra. Pero no puede llegar a ella, no sabe como. Así que baila con su amiga. Y con la otra amiga, y ni siquiera recuerda sus nombres aunque se los pregunto hace cinco minutos. Pero no importa porque la observa a ella. Quiere escribir un poema cliché, algo sobre una mujer sin edad. Una mujer que es a la vez niña y viceversa. Y va por otra cerveza y le pide al que pone la música una canción. A ver si así se atreve a pedírselo. La noche avanza, las luces del Clepsidra pierden intensidad a medida que el sol amenaza con sacarlos de la fiesta. Sin darse cuenta esta bailando con ella, Ego baila un poco más allá. Los Miedos acumulan botellas de cerveza en la mesa junto a la ventana.

Una pausa, un minuto de silencio. ¿Te pedo hacer una pregunta? Le dice y se arrepiente de inmediato. Pero los Miedos están demasiado borrachos como para decirle algo. Ego hace una pequeña mueca, como si hubiese querido decir que no. ¿Se mi musa? Y se arrepiente más aún. Los Miedos se pararon a bailar junto a él. Ego se aleja hacia la barra. Se siente estúpido, ridículo. No sabe como salir del embrollo. Olvídalo, le dice. Pero ella lo mira como preguntándose si ha estado bailando con un loco. Quizás no este tan equivocada. ¿Cómo pude pedirle algo así? Se pregunta. Ni siquiera es un buen artista. No dibuja ni escribe tan bien. No sabe suficiente de escultura, ni de fotografía. Solo es un tipo con muchas historias en la cabeza. Así que se excusa, y desde entonces la evita. Después de todo ya no queda mucha noche. El barman, que todo lo observa se muere de risa mientras seca una copa. Ego se toma un último vodka y los Miedos bailan como orangutanes. Se abren las puertas del bar, ella se aleja y el se queda solo, esperando a que se vuelva a hacer de noche para beber mas whisky y quizás, olvidar esos ojos.

miércoles, 24 de marzo de 2010

La prostituta

Era una noche estática, sin brisa, ruidosa y vacía. La ciudad ocultaba las sombras de los pasantes con su electricidad anaranjada siempre tan glotona, tan violenta, tan llena de astío e historias pasajeras.
Si pudieras amar, no estarías aquí le respondió ella con su tono más coqueto. Él estaba incómodo, la habitación era demasiado pulcra para ser un lugar donde había sexo tantas horas al día. Yo te daré el amor que necesitas bebé. Él no hacía nada, no debía hacer nada, el dinero ya estaba sobre la mesa. ¿Puedes decirme amor? dijo entre dientes. Puedo decirte como quieras, dijo ella.
Comenzó abriéndole la camisa, besando su cuello con la dulzura de quien trabaja separando piezas defectuosas en una linea de montaje. Él trató de acariciar su cabello, de sentir el calor de su rostro, pero parecía no haber nada. O ella había aprendido a ocultarlo o lo había perdido en un orgasmo cualquiera. Se agachó para desatar su cinturón pero él retrocedió, se puso de rodillas y la miró a los ojos con demasiada transparencia. Toma tu dinero bebé, no soy a quien buscas, respondió seca, reticente, sobreactuada. Él trato de acariciarla de nuevo, pero ahora su piel parecía mas fría. No creas que puedes amarme bebé, no creas que nos parecemos, ni que yo podré darte lo que has perdido.
Abajo, entre luces mal pintadas y olor a humedad, un chulo de cuarta convencía a otro pasante. ¡La mejor de mis putas, te va a hacer sentir como ninguna mujer te hizo sentir!, le decía con su sonrisa de dientes montados y drogas baratas. El chico sonreía nervioso, tan curioso por ver a esa mujer que ni siquiera reparó en el otro que salía iracundo del edificio.
Tú no vienes por mi cuerpo bebe, vienes por mi alma. Pero esa no se la vendo al primer niño agonizante que pague para no sentirse solo, piensa ella mientras lo ve alejarse desde la ventana.
La noche se traga a los que se ocultan de la luz. Los digiere en sus entrañas despojándolos de sus sueños y pasiones, y los caga al amanecer para que se enfrenten resacosos al reflejo de sus miedos y frustraciones. Para que duerman de día y no conoscan lo que significa caminar bajo la arboleda cuando el sol se pasea entre las ramas.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Carta para ella...

Tienes razón. A pocas personas les creo como a ti. Y es que con casi nadie he compartido esa conexión tan incorpórea. Tan intensa. Tan sideral.
Tienes razón. Me he dejado estar. No he hecho nada de lo que podría haber hecho. Y es que soy tan terco, ya sabes, y no quiero hacer nada si no es de la forma y en las condiciones en las que yo se que puedo hacerlo. La adaptación, la aceptación servil, la manipulación de las condiciones con la esperanza de cambiarlas me parecen un camino inaceptable. Soy así, que puedo hacer. Más pensamiento que palabra. Más palabra que acción. Aguardando siempre los fugaces momentos en los que puedo brillar con luz propia. Y ya sabes que casi siempre se me van.
Pero ambos sabemos (lo sabemos porque lo vimos sin vernos) que en este juego cada quien conseguirá su oportunidad para lograrlo. Sin embargo, aveces me da miedo no estar atento.
Se que los cuadros no se pintarán solos, ni los poemas se escribirán si no alzo la vista y esgrimo mi pluma. Se que la arcilla no se moldeará porque la sueñe, ni las fotos en la penumbra de mi inercia plasmarán ideas para que tu las veas. Pero mis musas se han ido, o me han abandonado, o se han vuelto demasiado humanas. Y es que he perdido la fe en las personas y ya nadie me parece por encima de este mundo sino, por el contrario, que todos se arrastran bajo el peso de sus culpas y penas. Excepto tú... pero tu voz ya no cruza el mar para acunarme y hacerme soñar.

domingo, 14 de marzo de 2010

Día 7 - Bitácora de viaje

Ha pasado una semana desde que el dolor se fue. Sigo preguntándome hacia donde. Es extraño pensar en ella y sentir que aun la extraño pero que ya no duele. Eso me deja espacio para sentir y preocuparme por otras cosas. Demasiado espacio.

Ahora tengo que resolver los problemas que dejó el amor. Mi pérdida de fe me ha puesto en una situación caótica. Dejar de creer en las personas me ha hecho perder mucho tiempo. Ahora debo retomar mi trabajo, aunque el camino ha sido siempre el mismo y mis reglas no han cambiado.

Nota mental: Los miras a los ojos, les dices lo que piensas, y en ellos ves que saben que tienes razón. O al menos que tienes un punto. Pero entonces casi como autómatas repiten el mantra de la vida moderna: "...pero no podrás cambiarlo, el mundo es así...". Quizás tengan razón. Nunca podremos cambiarlo. Pero siempre podremos comenzar uno nuevo.

martes, 9 de marzo de 2010

¿Momentáneo?

Sucedió hace un rato, de la nada, imprevisto. Espero que dure.

Estaba sentado en la cuneta tomándome un mate con un amigo. Conversación insomne de quien no quiere dormir. De quien quiere compartir su pena con un inocente. Y de pronto se me ocurre hacerle una pregunta que no quería hacer. El domingo había sido el cumpleaños de mi ex.

¿Oye weon?¿estaba su "peor es nada" en el cumpleaños verdad?

Mi amigo, que, a veces para bien y otras para mal, no se ubica y no filtra nada de lo que dice, me respondió que si. Que parece que se había quedado en su casa.

Balde de agua fría lanzado con ira por el destino burlesco. Lo sabía, lo sabía, pero la duda alimentaba la pena y con ella mil excusas. Sabía que probablemente él se quedaría en su casa y dormiría con ella. Pero a la vez no lo sabía. Y de pronto la certeza se llevó el dolor y solo quedó una sospechosa sensación de vacío que no se si dure pero que definitivamente es mejor que el dolor.

Duda taladrante: esta tarde estuve con Javo contándole lo mucho que me dolía y lo mucho que la extrañaba. Hace una hora me torturaba con una canción de No te va a gustar. Ahora... ¿no siento nada?¿Después de meses de no poder olvidarla?

Problemas con el escriba...

Aveces me pongo a pensar que este blog murió. Nació muerto en realidad. Es difícil saber que escribir y que no escribir para evitar caer en sentimentalismos que no lleven a ninguna parte. Qué puedo hacer, mantener la objetividad en un experimento donde yo soy el sujeto de prueba resulta un tanto complejo. Sólo necesito unos días para recuperarme de esta invasión del recuerdo. Hace unos días comenzó una ofensiva sin precedentes. Me golpeó con toda su nostalgia, con todo su tedio, con toda su añoranza y con toda la pena que pudo acumular. Me tatuó una imagen en la retina que no me abandona.

La oscuridad inundando la habitación, el closet a la derecha, yo de espaldas sobre la cama y ella encima mio. Desnuda, perfecta. Las cortinas rojas, la luz de la ciudad y su cuerpo que brillaba con luz propia. Sus pechos pequeños, su piel exquisita, mi mano alzada tratando de acariciar su rostro y su sonrisa de musa al verme contemplándola.

¿Como batallo contra algo así? Una pregunta sin sentido, porque en el fondo siempre dejo que me derrote, porque le tengo más miedo a olvidarla que a morir de pena. Así que aquí estoy, con un nudo en la garganta que a ratos aprieta y me revienta las lagrimas.

Pero saldré de esta como de tantas otras y guardare esa imagen en la caja donde guarde mi ternura, para que si un día me vuelvo viejo y arisco, tenga con que ablandar mi corazón parchado.