viernes, 5 de febrero de 2010

A veces trato de recordar lo que era sentirse seguro. Acostarte y dormir de noche. Saber que cualquier pesadilla se alejaría invocando a alguien cercano. Despertar extasiado por el sueño fantástico que te regaló el mundo onírico y no con un nudo en la garganta de tanto llamar a alguien que no volverá. Manchas oscuras, viajes a través de la nada sideral, donde la materia es una quimera y lo único que existe es la sensación pura de la soledad. Desconfiguraciones espaciales, mutaciones constantes donde la esencia amenaza siempre con extinguirse. Ni sueños ni pesadillas. Son las hordas huyendo a través de los muros derribados de la inconciencia.

Se está volviendo loco, sí. O está dejándose llevar. Se mira al espejo y habla con su reflejo. Que cagado que estas, dice mientras piensa que tiene que afeitarse. Habla con su reflejo porque se está volviendo loco, sí. Se lamenta por no poder hacer ya lo que jamás ha hecho. Se conforma creyendo que su condición es especial. Que nadie entendería lo que le pasa. Prefiere eso, sentirse un mártir. Decir que tiene mal de amores y así negar que quiere irse a la cama con la primera que se lo proponga. Decir que odia al mundo y así negar que no tiene las pelotas para cambiarlo. Decir que perdió la fe y así negar que nunca nadie le mandó una señal que se la diera. Así que con su rabia acumulada de incapacidades se lava los dientes y le sonríe a la vida.

lunes, 1 de febrero de 2010

El experimento

Parado frente a la bruma del destierro contemplo mi destino. Perdí todo mi equipaje entre las bromas de la llanura infinita, y ya no hay un dejo de esperanza ni fe que suavice el dolor que se avecina. Solo la certeza de mi condición. No hay guías, ni compañeros ahora tan cerca de la escalera. Se derrumbaron todas mis creencias. Hoy solo me guía el instinto.
En la espera de lo que viene, le sonrío al universo entero y me asqueo de lo desubicados que estamos como especie. No hay más luchas para mi, solo un experimento final como único recurso para descubrir la verdad. Los probaré a todos, te probaré a ti y, por supuesto, me probaré a mi mismo. Veremos quién aguanta más, veremos hasta donde vale la pena todo lo que existe. Me sumergiré en medio de su mundo podrido para saber cuanto están dispuestos a soportarme. Cuanto les duele convivir con alguien que no hace caso omiso a ninguna verdad. Hasta donde pueden soportar lo que es diferente.
Podría irme en un millón de escusas. Contentarme pensando que debo seguir creencias orientales para alcanzar la sabiduría y lo que es más importante, para darme un lugar en este mundo en el que me siento tan incomodo. Pero mentiría, no soy oriental, ni creo en su sabiduría ni en sus dioses. No soy tampoco occidental, no soy europeo ni americano, no soy sudamericano, no soy chileno, tampoco retornaré a las creencias de los pueblos originales de los que claramente no provengo. No me pasearé de una religión a otra ni de un sistema filosófico a otro para apaciguar el dolor de haber visto la mentira a los ojos. Soy solo un hombre sin orígenes, sin raíces, un recipiente vacío. No veré con ningún prisma, no escucharé a través de nada ajeno a mi carne, no actuaré bajo ningún código que no sea el de mi cordura, mientras aun pueda mantenerla.
Este es mi experimento. Este es mi cuaderno de viaje a través de los miedos del mundo y sobre todo, los míos. Veremos cuanto tardan en deshacerse de un hombre que no acepta, que no soporta, que no pasa por alto, que no se conforma. Veremos cuanto tardan en deshacerse de uno de ellos.